CARAVAN STATION fue una Concept Store en Santander, cuya consigna era

TU PONES LA IDEA NOSOTROS TE DAMOS EL ESPACIO.

Un espacio polivalente en pleno corazón de Santander, en el que poder vender, exponer, aprender y compartir nuevas tendencias en los talleres que se organizaban, o realizar presentaciones y eventos para empresas. Un espacio diáfano de 150 m2, con todas las necesidades que pueda requerir cualquier evento, incluido: probador para los showrooms, y una barra integrada en un office abierto en el que poder ofrecer un catering, o una degustación. Pero también era nuestro estudio de interiorismo.

Un escaparate físico en el centro de Santander, pero también, un escaparate virtual en el que dar a conocer a nuevas marcas, diseñadores y emprendedores con presencia online, y poder testar así, el mercado, en la calle.

Caravan Station albergó más de 70 eventos en sus poco más de 2 años de trayectoria. Comenzó con diversas POPUP temáticas; entre las que destacaron las de decoración. Como los desembalajes en las que se contó con firmas tales como Decadas y Antigüedades Merale. Y la SUMMER POPUP de Madrid in Love, que el estudio de decoración de referencia, realizó en nuestro local. También destacaron diversos eventos para empresas, y no podemos olvidarnos de los talleres que se realizaron en este espacio.

Los eventos de Caravan Station, como Concept Store y espacio polivalente en Santander, han sido mencionado en varias revistas tales como AD España, HOLA, Telva, Cosmopolitan, El diario montañés y blogs como Singulares Magazine y Tránsito Inciail o Etxekodeco Blog.

La historia

Cuando se planteó este proyecto, nos encontrábamos en plena crisis, y la inversión que teníamos que llevar a cabo para emprender, era toda nuestra capitalización. Por lo que la primera premisa era obvia: mínima inversión. El local que habíamos encontrado para albergar Caravan Station, esta Concept Store en Santander, tenía mucho alma, y toda la presencia. Por lo que mostrarlo tal cual y dejarlo desnudo con toda su estructura a la vista, era fundamental para cumplir esa premisa.

Contaba con un techo con viguería de madera, que podíamos dejar descubierto, y 4 pilares de hierro, nos marcaban el espacio central, delante de las puertas de entrada. El estilo industrial, tiene mucho que ver con el bajo presupuesto, con el aprovechar cualquier elemento, con el DIY… Es por eso, que el pavimento tenía que ser de hormigón pulido. Así, dejamos un local totalmente en bruto, con sus instalaciones eléctricas con tubo visto en color negro, que destacaran así, sobre la pared blanca.

Gracias al bendito y manido pallet (por entonces, igual no tanto), que siempre viene bien para un descosido, conformamos la pared central. Un office con una barra a un lado, y un probador al otro. Con el mobiliario, se trataba de poder dar servicio a los diferentes eventos. Por tanto, debía ser polivalente, y que dieran opción a esos diferentes usos. Que tuvieran cierto aire industrial, y mucha madera que aportara calidez al metal, al cemento y al ladrillo del espacio.

También se iban a necesitaban muchas «burras» o percheros para la ropa, que se pudieran poner y quitar a antojo. Y las burras diseñadas colgadas desde las vigas, que se podían poner y quitar a antojo, ¡fueron todo un acierto!. Por último, una gran mesa central para los talleres, mesas de apoyo, estanterías, bastantes sillas para sentarse… algo de mobiliario nórdico, algo de atrezzo, y voilá.

Un espacio en el que todo el que entraba decía: Wow! Con qué poco, habéis podido hacer tanto, ¡qué maravilla de local!.